La verdad es tan dúctil y resbaladiza que se nos escapa de las manos. Vivimos en un mundo donde prolifera el reino de la mentira. Casi nada es como nos lo cuentan, aunque, aparentemente, nos muestren elementos tan cargados de lustrosidad que, el brillo de sus centelleos, nos nubla la propia visión. Y nos gustaría que el relato de la verdad se dirimiera en un esquema simple. Verdadero-falso. Pero a estas alturas de la historia humana, ya es fácil comprender que todo lo que ocurre se encuentra sometido a interacciones múltiples, dependencias de complejos mecanismos que están en la base de cualquier hecho. Por otra parte, lo más habitual es que, además, los relatos que se nos presentan, escondan intereses beneficiados con esos postulados. Esto, sin embargo, no es razón para abandonarnos al desaliento, ni decirnos "paso de todo" porque nada es creíble. Al contrario, es el momento de poner mayor empeño en nuestra implicación social y política, de un modo consecuente. Lo más raz...
Ambivalencia y fruncidos discordantes.